10/09/2006

Una mínima ayuda


Estimada Josefina:

Me imagino cuántas cártas te llegarán al día pidiéndote pequeñas ayudas. Te transformaste de alguna manera en el nuevo referente del viejito pascuero. Algunos incluso nos preguntámos si es verdad que existes.

Pero te pido que a esta carta le prestes especial atención. No te escribo para perdirte algo para mí, no. Tampoco te escribo para pedirte una pequeña ayuda. Te escribo para pedirte una mínima ayuda.

He conversado con varios de los empaquetadores de tus supermercados. Escolares llenos de sueños. Uno de ellos quiere estudiar antropología, otro informática (pero no sabe si le resulte porque no tiene ni computador). Todos ellos trabajan para financiarse útiles, almuerzos, colaciones. Hasta ahora, todos aquellos con los que he podido conversar me han parecido "jóvenes de bien".

Lo que no me pareció para nada "del lado del bien" es que no reciban un sólo peso de parte de tu supermercado. El sueldo completo se lo hacen de las monedas que los clientes. Alto, me daré un gusto y por hoy hablaré de ciudadanos. Como te decía, el sueldo completo depende de las monedas que los ciudadanos que compran en tu supermercado les entregan.

Si están ahí parados toda una tarde, guardan las cosas, ayudan cuando alguien los llama, ¿cómo no les vas a dar una mínima ayuda, un un ingreso mínimo de parte del supermercado? Sí, lo sé, nosotros también tenemos que hacer lo nuestro. Creeme que desde que sé que no te metes la mano al bolsillo por ellos lo hago con más ganas.

Pero entre tanta pequeña ayuda, ¿cómo no dar esta mínima ayuda?