8/31/2006

3108 Día Internacional del BLOG

Por segundo año se celebra el 'Día Internacional del blog'. La fecha fue elegida por el creador de esta celebración, un irsaelí, quien en algún momento de notable creatividad vió que en 3108 se podía leer Blog.

La idea de este día es poder regalarse el tiempo de navegar más que nunca por la red, encontrar 5 nuevos blogs (ojalá de un círculo distinto al que sueles visitar) y promocionarlos en tu blog.

Puedes conocer más de esta iniciativa en www.blogday.org

8/01/2006

De vuelta al colegio

Ayer volvieron los escolares a clases. Suerte la de ellos que todavía tienen vacaciones (dijo la picá). Mientras anduvieron recorriendo las calles de Santiago, participé de un par de escenas entre padres e hijas que me recordaron esa"tierna infancia". Tanto así que no puedo dejar de comentarlas, porque al final del día esas escenas se han repetido a lo largo de la historia, lo que las transforma en ritos.

Parto con las mias a modo de ejemplo. Mis vacaciones escolares no ocurrían fuera de Santiago. Como mi padre y madre son profesores, el tiempo era lo que más escaseaba en sus vidas -para que no fueran otras cosas las escasas (me imagino que saben eso de las múltiples jornadas). Así, las vacaciones eran el tiempo privilegiado para hacer todos los trámites que no se hacen en el año: dentista, ortopedista, ortodoncista, dermatólogo (eso con mis hermanos más chicos, en mi tiempo las espinillas se trataban con pasta de dientes no más). Tanta visita a tanto lugar se traducía en pasear todo el día por las calles de Santiago. Había que almorzar afuera, ¡ahí empezaban las vacaciones!

Con mi papá conocí los mejores italianos y completos del mundo, obviamente, los del Dominó. También las mejores pizzas, que se servían en un plato de madera acompañadas de un jugo de máquina. Si te querías limpiar la boca, mejor esperar, porque las servilletas eran de papel roneo. Todo por algo así como $350 pesos en el Ravera. ¿Qué me dicen de los lomitos en la Fuente Alemana? Cualquier cosa del Elkika también era bienvenida. Pero la mejor visita fue al Rápido. Nunca le creí que se pudiera pedir desde la puerta y tener el plato en la mano cuando llegabas al mesón. Y así no más fue.

Pero más que los lugares y la comida, es esa extraña relación que las hijas desarrollamos con nuestros padres la que me recordaron estas escenas de vacaciones. Que no me diga Freud que es enfermedad, o si lo dice, me declaro enferma: mi papá sigue siendo mi superhéroe (tipo comercial de multitienda). Y a estas alturas no por ser el más guapo, ni el más alto, ni el más 'algo'. Simplemente porque me contó historias maravillosas cada vez que ibamos a estos lugares que hacen que hoy Santiago sea un mundo de aventuras para mí. Porque sin saber mucho de cómo relacionarse con el género opuesto en miniatura, supo descubrirse a través de sus lugares y sus historias.